Seguidores

Nohemi Scherrer Ruvalcaba. Con la tecnología de Blogger.
RSS

CREATIVIDAD


POR : FERNANDO MARTÍNEZ  GARCÍA 

            Si bien podemos hablar de que todos en algún momento de nuestras vidas tenemos que ser creativos para resolver alguna situación, existe mucha gente con la capacidad de crear como si esto fuera un don. Llevando esto a la producción audiovisual no cabe ninguna duda de que cada quién tiene sus cualidades en cierto sector dentro de la producción.

Sin embargo el “ser creativo” depende considero totalmente, de los estados de ánimo por los que estemos pasando, las actitudes que pongamos ante cualquier situación que requiera aplicar una solución creativa.

“Ser creativo no significa ser mas inteligente que los demás”.

La realidad es una, entonces podemos decir que el ser creativo es descomponer esa realidad y darle perspectivas diferentes, lo creativo estará pues desde la idea nata, como ejemplo hablemos de los comerciales de Nikon (Cámaras fotográficas), su campaña basada en experiencias de la gente al adquirir ese producto, no en las cualidades de la cámara tanto físicas como tecnológicas, eso está dejado atrás, y esa es la primer parte creativa de esta campaña.

La segunda viene al dividir la campaña en diferentes etapas, y para diferentes tipos de público y nacionalidades, y desprendiéndose aquí la tercera cualidad y muy importante en el proceso creativo de esta campaña, la utilización de un track que identifica a la campaña en cualquier parte del mundo. Al escuchar ese track sabes que se habla de Nikon y te lleva a el recuerdo de esas experiencias.

No quiere entonces decir que una producción muy cara, sea muy creativa, la mayoría de las empresas claro que buscan reducir sus costos y que mejor que contratando a personas creativas que manejen esa idea nata, después ya ayudados de una buena producción.

Entonces pues, existen demasiados autores que hablan de diferentes cualidades de una persona creativa, pero que sería mas importante ¿Buscar llegar a tener esas cualidades? ó descomponer  de una buena vez la realidad y agregarle un plus que nos permita hacer que los consumidores generen experiencias.

Como futuros productores audiovisuales creo que estamos observando las cosas de una manera tan diferente, comerciales , videos, spots de audio en radio, medios impresos, entre otros, y  tratamos de mejorar la idea y eso posiblemente en un futuro fortalezca nuestra manera de crear ante cualquier situación que se presente.

Con esto pues quiero hacer una invitación a todas las personas a crear, renovar y no quedarnos estancados en las mismas ideas de siempre, una idea puede cambiarte la vida.



  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

¿INCERTIDUMBRE A UN FUTURO? Ó EMPRENDER UN PRESENTE



                                                                                                              Por: Fernando Martínez García
           
            Cientos de veces hemos escuchado esa frase tan famosa: “No eres el futuro, eres el presente”, dicha siempre por gente con un entusiasmo que por instantes de verdad es contagioso.
La mayoría de los estudiantes a nivel superior, pasan los últimos días, meses de su carrera pensando; “¿Encontraré trabajo?, ¿Me servirán todo estos años de dedicación a la escuela?, es un miedo permanente que acumula una incertidumbre total hacia el futuro.
Algunos otros pocos con su destino bien cubierto por puestos de familiares que seguro podrán dar cabida amigos cercanos, mas que estudiar, pasaron una parte de su carrera haciendo relaciones públicas eventuales; ellos se ven despreocupados.
Y, ¿Qué pasa el día que los conocimientos se tienen que recoger del aula, y llevarlos a una sociedad necesitada de ideas que mejoren la calidad de vida?. ¿Egresan diferentes tipos de profesionales?

Existen varias posibilidades:
EAutostima: El egresado, tiene un autoestima tan por encima si mismo, que confía que un día alguien llegará, tocará a su puerta, y le ofrecerá el mejor trabajo, privilegios al por mayor. Y hasta el día de hoy, sigue esperando, y quejándose con cualquiera que toca el tema de que este país no da oportunidades y lo peor, que de haber sabido que este era el futuro que le esperaba y le espera, hubiese preferido no desperdiciar su tiempo ni su dinero en su formación.

ENomeresco: Aquel egresado, con un buen conocimiento sobre su ramo, más no tan especializado por no dedicar el total de tiempo requerido en su formación. Este tiene puertas abiertas en muchos lugares, pero no se le complace con sus honorarios, creen que su formación no corresponde a la “baba” (como suelen decirle) que les ofrecen quienes requieren de sus servicios. Y comparten las mismas palabras que dice el EAutoestima,  un país que no da oportunidades, quisieran vivir en un mejor país.

ENi: Egresado que se conforma con un “Ni”, porque ya supero el Ni estudia, ahora sólo tiene el título del Ni Trabaja. Conformista; pues dio placer a su familia de lograr la culminación de sus estudios, auspiciados todos por el padre y la made que trabajaron arduamente por ver a sus hijo formarse un futuro prometedor. Comparte la idea de los otros dos de un país sin oportunidades, pero a diferencia de ellos, no mantuvo esperanza alguna desde su formación, siempre supo que su meta era regalarles el título a sus padres y el cumpliría con eso el objetivo de su vida. Duerme en casa mientras los padres siguen trabajando para mantener la familia y el finge no encontrar oportunidad alguna.

¿Incertidumbre a un futuro?¿Porqué?
No todos tienen las mismas oportunidades, y estas se miden de acuerdo a las capacidades de cada uno, existen estudiantes de nivel superior, que enfocan su formación a proyectos personales; cualquier trabajo realizado para su carrera es aplicado a un proyecto en específico el cual tienen en lista de espera para el día en que tengan que aportar a la sociedad. Egresados que  apuestan a la formación de empresas sin tener miedo alguno a la propia iniciativa.
Tienen una idea y un panorama claro desde que eligen la carrera que quieren estudiar, aprovechan y  los conocimientos otorgados por los maestros, para ponerlos en el contexto de su idea a crear, su mayor satisfacción es culminar sus estudios, y en el menor tiempo posible poner en marcha su empresa.
Entonces surge una nueva cuestión ¿Qué pasa con la materia de Emprendedores ofrecida por la mayoría de las universidades?
Simple: Muchos la ven como la hora de relax, ellos son quienes viven con esa incertidumbre al futuro. Otros tantos la aprovechan y la ponen en práctica, ellos viven los conocimientos y los aplican a la brevedad.
Un exhorto a las Universidades del país a poner más fuerza en la materia de creación de proyectos, emprendedores o cualquier otro sinónimo, estos actos fortalecen vidas, y sobre todo nos generan un presente activo y un futuro prometedor y no lleno de incertidumbre.



  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

La fotografía un medio que revoluciona.


                                                             Lic. CyTC. Luis Miguel Quintanilla Barrios


     Los medios masivos de comunicación, día con día transmiten e informan sobre acontecimientos sociales, dichos acontecimientos son noticia para el receptor, el espacio al aire es una gran oportunidad para mantener entretenido al publico y de alguna manera divertirlo con cuestiones mas amenas, pero con el paso del tiempo este concepto ha ido cambiando a lo que era en un principio, la revolución tecnológica y el cambio de modalidades han cambiado respecto a tiempos pasados, en cuanto a los MMC es distinta la forma en que da una noticia, ahora es mas rápida, en tiempo real, pero muchas de las veces conlleva a solo sobreinformarce y quedar sin palabras al receptor, con tanto amarillismo, peleas políticas, fraudes y cosas que solo contaminan al espacio informativo tanto tv, radio, medios impresos, Internet etc.

     Por otra parte los avances tecnológicos nos brindan la facilidad de obtener información al instante prácticamente en cualquier parte del mundo, tales hechos llegan a cualquier rincón en cuestión de minutos ya sea por el medio audiovisual, satelital o impreso.

     En la actualidad vemos como la vida cotidiana y con ellas los recuerdos sociales o familiares se hacen mas prácticos, ejemplo anteriormente se plasmaban e imprimían en fotografías ahora la mayoría de las ocasiones se utilizan dispositivos electrónicos que cuentan con una cámara y se guardan en el mismo dispositivo sin la necesidad de imprimir, cuando se es necesario volver a acceder a esa información, cuestión de unos cuantos pasos y volvemos a ver la imagen cuantas veces deseemos.

     Se ha perdido la costumbre de antes, el recordar momentos el ver álbumes familiares o el sentarse a ver cintas que nos recuerdan hechos sociales muy ligados a la familia se ha ido modificando, la revolución de las redes sociales colaboran en gran parte en este aspecto, pues aquí tienes la oportunidad de ver y compartir información, datos importantes o imágenes con tus conocidos o familiares.

¿En algún memento desapareceran los recuerdos impresos por completo?

     Todo depende del gusto de cada usuario de los avances tecnológicos, la tecnologia y las redes sociales favorecen y aceleran el proceso de comunicacion, pero los pioneros en comunicar hechos ó contar historias con tan solo mostrar una imagen serán las fotografias y todos los que alguna vez llegaron a ser el unico medio de recordar momentos con lujo de detalle.

Tal vez no desaparesca, pero la fotografia sera utilizada mas como una informacion visual completamente digital, que como un medio impreso.

  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

Proyecto multimedia kiosco turístico.


                                                   Lic. CyTC. Luis Miguel Quintanilla Barrios


Kiosco Multimedia Turístico

El proyecto de crear un kiosco multimedia turístico nace a través de la necesidad de ofrecer a los turistas una guía local, que cuente con  lugares típicos, lugares mas recurridos, museos, lugares con historia, paquetes completos y hasta lugares de diversión, a manera de un puesto con una pantalla táctil conectada a un procesador, este mismo unido a la red para estar actualizando información y mostrando graficas e imágenes al publico que deseé utilizar este medio como una opción mas para hacer de su estancia un viaje placentero por la ciudad.

Las siguientes opciones serán necesarias para informar al solicitante lugares y rutas de acceso.


Con el solo hecho de acceder a un centro comercial, centro histórico o algún lugar donde se encuentre ubicado un kiosco turístico, con algunos sencillos pasos para llegar a la información requerida, como ubicaciones, lugares históricos, templos, museos, hoteles, restaurantes, lugares de diversión entre otras cosas.

La necesidad de crear una base informativa apta para el publico turístico, útil para personas de entre 8 años hasta 60.

Una pantalla táctil que muestre información, mapas e imágenes reales de la ciudad, una guía de transporte y lugares mas recurridos por los turistas.

Dimensiones parecidas a un kiosco de impresión fotográfica que se facilite para el usuario y que brinde la información correcta que se esta solicitando por parte del turista.

Deberá contar con la opción de idiomas y a una manera grafica par interpretar correctamente la información.


Para llevarlo a cabo---

     Es necesario principalmente tener contemplado los lugares estratégicos de donde se colocaran los kioscos, el material para la elaboración ser mdf, pegamento, tornillos y por fuera diseños impresos en vinil y adheridos a la superficie, en el interior llevara un computador conectado a la red y la pantalla será visible y táctil para el publico, se utilizara corriente eléctrica y su diseño será innovador atractivo y fácil de usar, con un tamaño que no rebase el tamaño de una impresora de fotografía convencional.



-El usuario meta serán personas de entre 8 años hasta 60.

-Arquitectura de la imagen


  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

EJEMPLO DE GUION RADIOFÓNICO



BRENDA KARINA FAJARDO ACUÑA
Nombre del Programa:  Fantasía o Realidad?
Aplicación: Psicología de la comunicación
Duración: 5 min.
1.- O.P. ENTRA TEMA MUSICAL    TRACK 1     BAJA A FONDO HASTA DESAPARECER-
LOC. 1                                                                           Que tal amigos les habla su amiga Karina y damos                                                                                                                                                                                                                                                                                                        comienzo a nuestro programa Fantasía o realidad?
2.-OP. ENTRA TEMA MUSICAL TRACK 2 Y BAJA A FONDO

Hoy hablaremos sobre un tema muy interesante “Los sentimientos reprimidos”. Todos hemos sentido o sufrido la presencia de barreras en relación con personas importantes de nuestro mundo dichas barreras pueden ser por el odio, la ira, la frialdad, agresividad entre otras màs. Las barreras que experimentamos ante esos prójimos las sufrimos precisamente por miedo a sufrirlas; es precisamente la actitud tomada con el fin de defender a las buenas relaciones, la causa de que las relaciones humanas sean malas e infelices.
Nuestra sociedad convencional nos ha enseñado a ignorar ciertos sentimientos negativos “para conservar un clima de armonía y de buena educación; porque “las personas educadas no se permitan desahogos violentos o triviales” pero pretender controlar los sentimientos negativos ignorándolos es como discurrir: es tanto como razonar “hay colores que me molestan entonces no los voy a ver por la calle; todo lo voy  a ver gris incluyendo los semáforos del tráfico urbano”
Aquí esta la clave de la problemática: los sentimientos positivos o negativos juegan una parte importantísima en nuestra vida nada ganamos ignorándolos querer sepultarlos es en parte posible pero tan trágico como lo es sepultar a un vivo que se agita.
Las manifestaciones directas o indirectas de los sentimientos. Hay sentimientos y emociones que se convierten en un temblor de piernas, en palidez, en acidez estomacal ¿Quién sería tan ciego como para decir “aquí no esta pasando nada? Pues bien muchas personas llegan a sufrir esta ceguera. En cuanto las expresiones gestuales un animal desahoga sus emociones en forma de rugidos, un bebé lo hace por medio de convulsiones, chillidos y pateos, un adulto puede recurrir a palabras que son verdaderos gruñidos: ¡cállese! ¡lárguese! ¡ya basta! O recurrir a gestos mudos como un abrazo, un beso pero preñados de significación y màs elocuentes que largos discursos.
Las formulaciones indirectas para que quede de una forma màs clara voy a poner un ejemplo: voy sentada a un joven que maneja a 140 kilómetros por hora en una carretera mojada por la lluvia tengo miedo de que produzca un choque y le digo :”te alocas cuando conduces” o bien “la semana pasada un tipo iba manejando como tu y se estrelló”. No he sido directo en expresarme he recurrido a circunlocuciones que encubren mi realidad lo que siento se expresaría con una frase como esta: “me da miedo que manejes así”.
En cuanto las formulaciones directas, expresan el sentimiento tal cual, sin rodeos, creo que esta claro.
Toda relación que ignora, esconde, disimula elementos tan importantes como lo son los sentimientos es una relación artificial se fija en pilares de falsedad y por tanto la comunicación no fluye en forma normal. Entonces porque recurrimos a tantos subterfugios para no expresar directamente nuestros sentimientos? ¿Cómo es posible que tantas personas adultas hayamos perdido la costumbre y tal vez la capacidad de expresar los sentimientos en nuestras reacciones? Varios son los responsables de este anormal estado de cosas. En primer lugar, la educación convencional que hemos recibido. De niños todos fuimos espontáneos y auténticos si una visita nos caía mal hacíamos una mueca y si una inyección nos causaba angustia y dolor rompíamos en llanto. Pero el mundo de los adultos fue tajante en condenar esa ruda espontaneidad. La manifestación autentica de nuestra verdad se daba una y otra vez contra el muro del rechazo. Entonces fuimos introyectando la convicción de que expresarnos directa y llanamente originaba problemas: regaños, castigo, soledad y aprendimos a reaccionar con diplomacia y disimulo y a fingir actitudes y vivencias.
Otro motivo es que a fuerza de ignorarlos llegamos a no conocer con claridad, ni siquiera nosotros mismos, nuestros sentimientos. Freud nos ha explicado como el ser humano tiene la capacidad de reprimir las experiencias que de un modo u otro percibe amenazantes para su yo: las manda al subterráneo oscuro de inconsciencia. Una tercera razón de nuestra torpeza en el campo emotivo estriba en que muchas veces llegamos a tener sentimientos contradictorios un ejemplo de esto sería: “siento amor y odio por mi padres  o bien “ me siento fascinado por los encantos de una chica y hostil hacia ella por el poco caso que me hace” en todo caso cualquiera que sea el factor dominante del ocultamiento, queda claro que mientras solo comunicamos nuestras opiniones, nuestras ideas, lo único que hacemos es catalogarnos en categorías y que cuando manifestamos nuestros sentimientos es cuando de verdad nos comunicamos a nosotros mismos como la persona única que cada quien somos: hablar sobre nuestros sentimientos es hablar de nosotros mismos. Gran parte por lo que nos quedamos callados proviene por la preocupación por no lastimar y tal vez irritar a nuestros prójimos pero tales temores son infundados si me limito a confesar “me siento mal cuando estoy con usted” no implico la condena que habría si dijera: “usted es una persona arrogante” El motivo de que me sienta mal puede muy bien ser mi propia inferioridad o mi timidez u otra deficiencia mía Todo queda focalizado en mis reacciones no en las cualidades y rasgos de la otra persona.
Así que empieza por aceptar tus sentimientos exprésalos aquí y ahora, exprésalos naturalmente sin comprometerte en juicios sobre la persona interesada.
3.- OP.  DESAPARECER TEMA MUCIAL TRACK 2

Esto fue todo por hoy  espero que el programa halla sido de su gusto y ojala hallan aprendido algo los espero en nuestra próxima emisión buenas noches!!
4.- OP. TEMA MUSICAL TRACK 1 Y BAJA A FONDO HASTA DESAPARECER.




  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS

GUIÓN LITERARIO AURA

POR. BRENDA KARINA fAJARDO ACUÑA

GUIÓN LITERARIO
Narrador:                                                                       LEES ESE ANUNCIO: UNA OFERTA DE ESA NATURALEZA no se hace todos los días. Lees y relees el aviso. Parece dirigido a ti, a nadie más. Distraído, dejas que la ceniza del cigarro caiga dentro de la taza de té que has estado bebiendo en este cafetín sucio y barato. Tu releerás. Se solicita historiador joven. Ordenado. Escrupuloso. Conocedor de la lengua francesa. Conocimiento perfecto, coloquial. Capaz de desempeñar labores de secretario. Juventud, conocimiento del francés, preferible si ha vivido en Francia algún tiempo. Cuatro  mil pesos mensuales, comida y recamara cómoda, asoleada, apropiada estudio. Solo falta tu nombre. Solo falta que las letras más negras y llamativas del aviso informen: Felipe Montero. Dirección Donceles 815. Por fin llegas al domicilio Tocas en vano con esa manija, esa cabeza de perro en cobre, gastada, La puerta cede al empuje levísimo, de tus dedos, y antes de entrar miras por última vez sobre tu hombro,
                                                            Cierras el zaguán detrás de ti e intentas penetrar la oscuridad de ese callejón techado — patio, porque puedes oler el musgo, la humedad de las plantas, las raíces podridas, el perfume adormecedor y espeso—. Buscas en vano una luz que te guíe. Buscas la caja de fósforos en la bolsa de tu saco pero esa voz aguda y cascada te advierte desde lejos:

Laura:  
                                                                —No. . . no es necesario. Le ruego. Camine trece pasos hacia el frente y encontrará la escalera a su derecha. Suba, por favor. Son veintidós escalones. Cuéntelos. Ahí



Narrador:                                                 
                                                                   Tocas esa puerta que huele a pino viejo y húmedo; buscas una manija; terminas por empujar y sentir, ahora, un tapete bajo tus pies. Un tapete delgado, mal extendido, que te hará tropezar y darte cuenta de la nueva luz, grisáceo y filtrado, que ilumina ciertos contornos.

Felipe Montero:                            Señora —dices con una voz monótona, porque crees recordar una voz de mujer— Señora. . .

Felipe Montero.                                       Leí su anuncio.
Consuelo Llorente                                  Si, ya se. Perdón no hay asiento.
Felipe Montero.                                     Estoy bien. No se preocupe.
Consuelo Llorente                                 Esta bien. Por favor, póngase de perfil. No lo veobien. Que le de la luz. Así. Claro.
Felipe Montero.                                      Leí su anuncio. . .
Consuelo Llorente                                  Claro. Lo leyó. ¿Se siente calificado?, ¿dónde estudió francés?
Felipe Montero.                                      En Paris, madame.
Consuelo Llorente                                   Voy al grano. No me quedan muchos años por delante, señor Montero, y por  ello he preferido violar la costumbre de toda una vida y colocar ese anuncio en el periódico.
Felipe Montero.                                       Si, por eso estoy aquí      
Consuelo Llorente                                  Sí. Entonces acepta.
Felipe Montero.                                      Bueno, desearía saber algo más...
Consuelo Llorente                                  Naturalmente. Es usted curioso. Le ofrezco cuatro mil pesos.
Felipe Montero.                                      Sí, eso dice el aviso de hoy.
Consuelo Llorente                                 Ah, entonces ya salió.
Felipe Montero.                                     Si, ya salió.
Consuelo Llorente                                   Se trata de los papeles de mi marido, el general Llorente. Deben ser ordenados antes de que muera. Deben ser publicados. Lo he decidido hace poco.
Felipe Montero.                                       Y el propio general, ¿no se encuentra capacitado para...?
Consuelo Llorente                                   Murió hace sesenta años, señor. Son sus memorias inconclusas. Deben ser completadas. Antes de que yo muera
Felipe Montero.                                       Pero...
Consuelo Llorente                                   Yo le informaré de todo. Usted aprenderá a redactar en el estilo de mi esposo. Le bastará ordenar y leer los papeles para sentirse fascinado por esa prosa, por esa transparencia, esa, esa. . .
Felipe Montero.                                      Si, comprendo.
Consuelo Llorente                                  Saga. Saga. ¿Dónde está? aquí, Saga...
Felipe Montero.                                     ¿Quién?
Consuelo Llorente                                   Mi compañía.
Felipe Montero.                                      ¿El conejo?
Consuelo Llorente                                  Si, volverá.
Consuelo Llorente                                  Entonces se quedara usted. Su cuarto está arriba. Allí si entra la luz.
Felipe Montero                                      Quizás, señora, sería mejor que no la importunara. Yo puedo seguir viviendo donde siempre y revisar los papeles en mi propia casa...
Consuelo Llorente                                 Mis condiciones son que viva aquí. No queda mucho tiempo.
Felipe Montero                                     No sé...
Consuelo Llorente                                 Aura...

Narrador:                                              
                                                           La señora se moverá por la primera vez desde que tu entraste a su recamara; al extender otra vez su mano, tu sientes esa respiración agitada a tu lado y entre la mujer y tú se extiende otra mano que toca los dedos de la anciana. Miras a un lado y la muchacha está allí, esa muchacha que no alcanzas a ver de cuerpo entero porque esta tan cerca de ti y su aparición fue imprevista, sin ningún ruido
Consuelo Llorente                                Le dije que regresaría...
Felipe Montero                                    ¿Quién?
Consuelo Llorente                               Aura. Mi compañera. Mi sobrina.
Felipe Montero                                    Buenas tardes
Narrador:                                               La joven inclinará la cabeza y la anciana, al mismo tiempo que ella, remedara el gesto.
Consuelo Llorente                               Es el señor Montero. Va a vivir con nosotras
Narrador:                                              Te moverás unos pasos para que la luz de las veladoras no te ciegue. La muchacha mantiene los ojos cerrados, las manos cruzadas sobre un muslo: no te mira. Abre los ojos poco a poco, como si temiera los fulgores de la recamara. Al fin, podrás ver esos ojos de mar que fluyen, se hacen espuma, vuelven a la calma verde, vuelven a inflamarse como una ola: tú los ves y te repites que no es cierto, que son unos hermosos ojos verdes idénticos a todos los hermosos ojos verdes que has conocidos o podrás conocer. Sin embargo, no te engañas: esos ojos fluyen, se transforman, como si te ofrecieran un paisaje que sola tú puedes adivinar y desear.
Felipe Montero                                     Sí. Voy a vivir con ustedes

Narrador :                                   La anciana con su timbre agudo y dirá que le agrada tu buena voluntad y que la joven te mostrara tu recamara, mientras tú piensas en el sueldo de cuatro mil pesos, el trabajo que puede ser agradable porque a ti te gustan estas tareas meticulosas de investigación, que excluyen el esfuerzo físico, el traslado de un lugar a otro, los encuentros inevitables y molestos con otras personas. Piensas en todo esto al seguir los pasos de la joven te das cuenta de que no la sigues con la vista, sino con el oído: sigues el susurro de la falda, el crujido de una tafeta— y estas ansiando, ya, mirar nuevamente esos ojos. Asciendes detrás del ruido, en medio de la oscuridad, sin acostumbrarte aún a las tinieblas: recuerdas que deben ser cerca de las seis de la tarde y te sorprende la inundación de luz de tu recamara, cuando la mano de Aura empuje la puerta
Aura:                                                   aquí es su cuarto. Lo esperamos a cenar dentro de una hora.
Narrador:                                          
Consultas el reloj, después de fumar dos cigarrillos, recostado en la cama. De pie, te pones el saco y te pasas el peine por el cabello. Empujas la puerta                      yftratas de recordar el camino que recorriste al subir.   Quisieras dejar la puerta abierta, para que la luz del quinqué te guié: es imposible, porque los resortes la ll                                                         cierran. Avanzas con cautela, como un ciego, con los brazos extendidos, rozando la pared, y es tu hombro lo que, inadvertidamente, aprieta el contacto de la luz g                                                        eléctrica. Te detienes, guiñando, en el centre iluminado de ese largo pasillo desnudo. Al fondo, el c                                         pasamanos y la escalera de caracol.
Aura:                                                   ¿Se encuentra cómodo?
Felipe Montero                                  Sí. Pero necesito recoger mis cosas en la casa donde...
Aura:                                                   No es necesario. El criado ya fue a buscarlas.
Felipe Montero                                 No se hubiera molestado.
Felipe Montero                                Perdón, Esperamos a alguien más?
Aura:                                                   No. La señora Consuelo se siente débil esta noche. No nos acompañara
Felipe Montero                                ¿La señora Consuelo? ¿Su tía?
Aura:                                                   Si. Le ruega que pase a verla después de la cena.
Narrador:                                             Comen en silencio. Beben ese vino particularmente espeso, y tu desvías una y otra vez la mirada para que Aura no te sorprenda en esa impudicia hipnótica que no puedes controlar. Quieres, aún entonces, fijar las facciones de la muchacha en tu mente. Cada vez que desvíes la mirada, las habrás olvidado ya y una urgencia impostergable te obligara a mirarla de nuevo. Ella mantiene, como siempre, la mirada baja y tú, al buscar el paquete de cigarrillos en la bolsa del saco, encuentras ese llavín, recuerdas.
Felipe Montero                                 ¡Ah! Divide que un cajón de mi mesa está cerrado con llave. Allí tengo mis documentos.
Aura:                                                   Entonces. . . ¿quiere usted salir? 
Felipe Montero                                   No urge. 
Narrador:                                             Tienes, el valor de acercarte a ella, tomar su mano, abrirla y colocar el llavero, la prenda, sobre esa palma lisa.
Aura:                                                   Gracias. .  
Narrador:                                             Has aprendido el camino. Tomas el candelabro y cruzas la sala y el vestíbulo. La primera puerta, frente a ti, es la de la anciana. Tocas con los nudillos, sin obtener respuesta. Tocas otra vez. Empujas la puerta: ella te espera.
Felipe Montero                                   Señora. . . Señora... La señorita Aura me dijo. . .
Consuelo Llorente                              Si, exactamente. No quiero que perdamos tiempo. Debe . .. debe empezar a trabajar cuanto antes . .. Gracias ...
Felipe Montero                                   Trate usted de descansar.
Consuelo Llorente                              Gracias . .. Tome ...
Narrador:                                               La vieja se llevará las manos al cuello, lo desabotonara, bajara la cabeza para quitarse ese listón morado, luido, que ahora te entrega: pesado, porque una llave de cobre cuelga de la cinta.
Consuelo Llorente                               En aquel rincón . . . Abra ese baúl y traiga los papeles que están a la derecha, encima de los de-mas . . . amarrados con un cordón amarillo ...
Felipe Montero                                   No veo muy bien . . .
Consuelo Llorente                              Ah, si ... Es que yo estoy tan acostumbrada a las tinieblas. A mi derecha. . . Camine y tropezara con el arcón. . . Es que nos amurallaron, señor Montero. Han construido alrededor de nosotras, nos han quitado la luz. Han querido obligarme a vender. Muertas, antes. Esta casa está llena de recuerdos para nosotras. Solo muerta me sacaran de aquí. .. Eso es. Gracias. Puede usted empezar a leer esta parte. Ya le iré entregando las demás. Buenas noches, señor Montero. Gracias. Mire: su candelabro se ha apagado. Enciéndalo afuera, por favor. No, no, quédese con la llave. Acéptela. Confió en usted.
Felipe Montero                                   Señora. . . Hay un nido de ratones en aquel rincón. . . 
Consuelo Llorente                             ¿Ratones? Es que yo nunca voy hasta allá .. 
Felipe Montero                                  Debería Usted traer a los gatos aquí
Consuelo Llorente                            ¿Gatos? ¿Cuáles gatos? Buenas noches. Voy a dormir. Estoy fatigada
Felipe Montero                                   Buenas noches.

Narrador:                                            Lees esa misma noche los papeles amarillos, escritos con una tinta color mostaza; a veces, horadados por el descuido de una ceniza de tabaco, manchados por moscas. El francés del general Llorente no goza de las excelencias que su mujer le habrá atribuido. Te dices que tú puedes mejorar considerablemente el estilo, apretar esa narración difusa de los hechos pasados: la infancia en una hacienda oaxaqueña del siglo XIX, los estudios militares en Francia, la amistad con el Duque de Morny, con el círculo íntimo de Napoleón III, el regreso a México en el estado mayor de Maximiliano, las ceremonias y veladas del Imperio, las batallas, el derrumbe, el Cerro de las Campanas, el exilio en Paris. Nada que no hayan contado otros. Te desnudas pensando en el capricho deformado de la anciana, en el falso valor que atribuye a estas memorias. Te acuestas sonriendo, pensando en tus cuatro mil pesos.

Felipe Montero                                  Buenas noches.
Consuelo Llorente                             Buenos días, señor Montero. ¿Durmió bien?
Felipe Montero                                 Sí. Leí hasta tarde.      
Consuelo Llorente                            No, no, no. No me adelante su opinión. Trabaje sobre esos papeles y cuando termine le pasare los demás.
Felipe Montero                                 Esta bien, señora. ¿Podría visitar el jardín?
Consuelo Llorente                           ¿Cual jardín, señor Montero?
Felipe Montero                               El que está detrás de mi cuarto.
Consuelo Llorente                           En esta casa no hay jardín. Perdimos el jardín cuando construyeron alrededor de la casa.
Felipe Montero                                Pensé que podría trabajar mejor al aire libre.
Consuelo Llorente                           En esta casa solo hay ese patio oscuro por donde entró usted. Allí mi sobrina cultiva algunas plantas de sombra. Pero eso es todo.
Felipe Montero                                Esta bien, señora.
Consuelo Llorente                           Deseo descansar todo el día. Pase a verme esta noche.   
Felipe Montero                               Esta bien, señora.

Narrador:                                 Revisas todo el día los papeles, pasando en limpio los  párrafos que piensas retener, redactando de nuevo los que te parecen débiles, fumando cigarrillo tras cigarrillo            y reflexionando que debes espaciar tu trabajo para que j la canonjía se prolongue lo más posible. Si lograras ahorrar por lo menos doce mil pesos, podrías pasar cerca de un año dedicado a tu propia obra, aplazada, casi olvidada.
El tiempo corre y solo al escuchar de nuevo la campana consultas tu reloj, te pones el saco y bajas 2al comedor.
Aura ya estará sentada; esta vez la cabecera la ocupara la señora Llorente, envuelta en su chal y su camisón, tocada con su cofia, agachada sobre el plato. Pero el cuarto cubierto también está puesto. Lo notas de pasada; ya no te preocupa. Si el precio de tu futura libertad creadora es aceptar todas las manías de esta anciana, puedes pagarlo sin dificultad. Tratas, mientras la ves sorber la sopa, de calcular su edad. Hay un momento en el cual ya no es posible distinguir el paso de los años: la señora Consuelo, desde hace tiempo, paso esa frontera. El general no la menciona en lo que llevas leído de las memorias, Pero si el general tenia cuarenta y dos años en el momento de la invasión francesa y murió en 1901, cuarenta años más tarde, habría muerto de ochenta y dos años. Se habría casado con la señora Consuelo después de la derrota de Querétaro y el exilio, pero ella habría sido una niña entonces.Las fechas se te confundirán, porque ya la señora está hablando, con ese murmullo agudo, leve, ese chirreo de pájaro; le está hablando a Aura.Permanecen varios minutos en silencio: tu terminando de comer, ellas inmóviles como estatuas, mirándote comer
Consuelo Llorente                             Me he fatigado. No debería comer en la mesa. Ven, Aura, acompáñame a la recamara.
Consuelo Llorente                           ¿Trae usted la llave?
Felipe Montero                                 Si... Creo que si. Si, aquí esta.
Consuelo Llorente                               Puede leer el segundo folio. En el mismo lugar, con la cinta azul.
Consuelo Llorente                               ¿No le gustan los animales?
Felipe Montero                                   No. No particularmente. Quizás porque nunca he tenido uno. 
Consuelo Llorente                               Son buenos amigos, buenos compañeros. Sobre todo cuando llegan la vejez y la soledad.
Felipe Montero                                   Sí. Así debe ser.     
Consuelo Llorente                               Son seres naturales, señor Montero. Seres sin tentaciones.
Felipe Montero                                   ¿Cómo dijo que se llamaba?
Consuelo Llorente                               ¿La coneja? Saga. Sabia. Sigue sus instintos. Es natural y libre
Felipe Montero                                   Creí que era conejo.
Consuelo Llorente                               Ah, usted no sabe distinguir todavía.
Felipe Montero                                   Bueno, lo importante es que no se sienta usted sola.
Consuelo Llorente                               Quieren que estemos solas, señor Montero, porque dicen que la soledad es necesaria para alcanzar la santidad. Se han olvidado de que en la soledad la tentación es más grande.
Felipe Montero                                   No la entiendo, señora.
Consuelo Llorente                               Ah, mejor, mejor. Puede usted seguir trabajando.
Narrador:                                             Le das la espalda. Caminas hacia la puerta. Sales de la recamara. En el vestíbulo, aprietas los dientes. ¿Por qué no tienes el valor de decirle que amas a la joven? ¿Por qué no entras y le dices, de una vez, que piensas llevarte a Aura contigo cuando termines el trabajo? Avanzas de nuevo hacia la puerta; la empujas, dudando aún, y por el resquicio ves a la señora Consuelo de pie, erguida, transformada, con esa túnica entre los brazos: esa túnica azul con botones de oro, charreteras rojas, brillantes insignias de águila coronada, esa túnica que la anciana mordisquea ferozmente, besa con ternura, se coloca sobre los hombros para girar en un paso de danza tambaleante. Cierras la puerta. Si: tenia quince años cuando la conocí —lees en el segundo folio de las memorias, los ojos verdes de Consuelo, que tenía quince años en 1867, cuando el general Llorente caso con ella y la llevo a vivir a Paris, describió la casa en la que vivieron, los paseos, los bailes, los carruajes, el mundo del Segundo Imperio; sin gran relieve, ciertamente Un día la encontró, abierta de piernas, con la crinolina levantada por delante, martirizando a un gato y no supo llamarle la atención porque le pareció que tu faisais e incluso lo excito el hecho, de manera que esa noche la amo, si le das crédito a tu lectura, con una pasión hiperbólica.
Habrás calculado: la señora Consuelo tendrá hoy ciento nueve años.. . Cierras el folio. Cuarenta y nueve al morir su esposo Siempre vestida de verde. Siempre hermosa, incluso dentro de cien años, sabes al cerrar de nuevo el folio que por eso vive Aura en esta casa: para perpetuar la ilusión de juventud y belleza de la pobre anciana enloquecida. Aura, encerrada como un espejo, como un icono más de ese muro religioso, cuajado de milagros, corazones preservados, demonios y santos imaginados.
Arrojas los papeles a un lado y desciendes, sospechando el único lugar donde Aura podrá estar en las mañanas: el lugar que le habrá asignado esta vieja avara.
La encuentras en la cocina, si, en el momento en que degüella un macho cabrío: el vapor que surge del cuello abierto, el olor de sangre derramada, los ojos duros y abiertos del animal te dan nauseas: detrás de esa imagen, se pierde la de una Aura mal vestida, con el pelo revuelto, manchada de sangre, que te mira sin reconocerte, que continúa su labor de carnicero.
Le das la espalda: esta vez, hablaras con la anciana, le echaras en cara su codicia, su tiranía abominable. Abres de un empujón la puerta y la ves, detrás del velo de luces, de pie, cumpliendo su oficio de aire: la ves con las manos en movimiento, extendidas en el aire: una mano extendida y apretada, como si realizara un esfuerzo para detener algo, la otra apretada en torno a un objeto de aire, clavada una y otra vez en el mismo lugar. En seguida, la vieja se restregara las manos contra el pecho, suspirara, volverá a cortar en el aire, como si —si,
Corres al vestíbulo, la sala, el comedor, la cocina donde Aura despelleja al chivo lentamente, absorta en su trabajo, sin escuchar tu entrada ni tus palabras, mirándote como si fueras de aire.
Subes lentamente a tu recamara, entras, te arrojas contra la puerta como si temieras que alguien te siguiera: jadeante, sudoroso, presa de la impotencia de tu espina helada, de tu certeza: si algo o alguien entrara, no podrías resistir, te alejarías de la puerta, lo dejarías hacer. Tomas febrilmente la butaca, la colocas contra esa puerta sin cerradura, empujas la cama hacia la puerta, hasta atrancarla, y te arrojas exhausto sobre ella, exhausto y Abilio, con los ojos cerrados y los brazos apretados alrededor de tu almohada: tu almohada que no es tuya; nada es tuyo. ..
Caes en ese sopor, caes hasta el fondo de ese sueño que es tu única salida, tu única negativa a la locura. "Está loca, está loca", te repites para adormecerte, repitiendo con las palabras la imagen de la anciana.Escuchas el golpe sobre la puerta, la campana detrás del golpe, la campana de la cena. El dolor de cabeza te impide leer los números, la posición de las manecillas del reloj; sabes que es tarde: frente a tu cabeza recostada, pasan las nubes de la noche detrás del tragaluz. Te incorporas penosamente, aturdido, hambriento. Colocas el garrafón de vidrio bajo el grifo de la tina, esperas a que el agua corra, llene el garrafón que tu retiras y vacías en el aguamanil donde te lavas la cara, los dientes con tu brocha vieja embarrada de pasta verdosa, te rocías el pelo —sin advertir que debías haber hecho todo esto a la inversa—, te peinas cuidadosamente frente al espejo ovalado del armario de nogal, anudas la corbata, te pones el saco y desciendes a un comedor vacío, donde solo ha sido colocado un cubierto: el tuyo. Comes mecánicamente, con la muñeca en la mano izquierda y el tenedor en la otra, sin darte cuenta, al principio, de tu propia actitud hipnótica, entreviendo, después, una razón en tu siesta opresiva, en tu pesadilla, identificando, al fin, tus movimientos de sonámbulo con los de Aura, con los de la anciana: mirando con asco esa muñequita horrorosa que tus dedos acarician, en la que empiezas a sospechar una enfermedad secreta, un contagio. La dejas caer al suelo. Te limpias los labios con la servilleta. Consultas tu reloj y recuerdas que Aura te ha citado en su recamara. Te acercas cautelosamente a la puerta de doña Consuelo y no escuchas un solo ruido. Consultas de nuevo tu reloj: apenas son las nueve. Decides bajar, a tientas, a ese patio techado, sin luz, que no has vuelto a visitar desde que lo cruzaste, sin verlo, el día de tu llegada a esta casa. Aura vestida de verde, con esa bata de tafeta por donde asoman, al avanzar hacia ti la mujer, los muslos color de luna: la mujer, repetirás al tenerla cerca, la mujer, no la muchacha de ayer: la muchacha de ayer —cuando toques sus dedos, su talle— no podía tener más de veinte años; la mujer de hoy —y acaricies su pelo negro, suelto, su mejilla pálida— parece de cuarenta: algo se ha endurecido, entre ayer y hoy, alrededor de los ojos verdes; el rojo de los labios se ha oscurecido fuera de su forma antigua, como si quisiera fijarse en una mueca alegre, en una sonrisa turbia: como si alternara, a semejanza de esa planta del patio, el sabor de la miel y el de la amargura. No tienes tiempo de pensar más.


Aura:                                                     Siéntate en la cama, Felipe. Vamos a jugar. Tú no hagas nada. Déjame hacerlo todo a mí.
Narrador:                                       Tu sientes el agua tibia que baña tus plantas, las alivia, mientras ella te lava con una tela gruesa, dirige miradas furtivas al Cristo de madera negra, se aparta por fin de tus pies, te toma de la mano, se prende unos capullos de violeta al pelo suelto, te toma entre los brazos y canturrea esa melodía, ese vals que tú bailas con ella, prendido al susurro de su voz, girando al ritmo lentísimo, solemne, que ella te impone, ajeno a los movimientos ligeros de sus manos, que te desabotonan la camisa, te acarician el pecho, buscan tu espalda, se clavan en ella. También tu murmuras esa canción sin letra, esa melodía que surge naturalmente de tu garganta: giran los dos, cada vez más cerca del lecho; tu sofocas la canción murmurada con tus besos hambrientos sobre la boca de Aura, arrestas la danza con tus besos apresurados sobre los hombros, los pechos de Aura.
Tienes la bata vacía entre las manos. Aura, de cuclillas sobre la cama, coloca ese objeto contra los muslos cerrados, lo acaricia, te llama con la mano. Acaricia ese trozo de harina delgada, lo quiebra sobre sus muslos, indiferentes a las migajas que ruedan por sus caderas: te ofrece la mitad de la oblea que tú tomas, llevas a la boca al mismo tiempo que ella, deglutes con dificultad: caes sobre el cuerpo.
Aura:                                                     ¿Me querrás siempre?
Felipe Montero                                   Siempre, Aura, te amare para siempre.
Aura:                                                     ¿Siempre? ¿Me lo juras?
Felipe Montero                                   Te lo juro.
Aura:                                                     ¿Aunque envejezca? ¿Aunque pierda mi belleza? ¿Aunque tenga el pelo blanco?
Felipe Montero                                   Siempre, mi amor, siempre. 
Aura:                                                     ¿Aunque muera, Felipe? ¿Me amaras siempre, aunque muera?
Felipe Montero                                   Siempre, siempre. Te lo juro. Nadie puede separarme de ti.
Aura:                                                     Ven, Felipe, ven...

Narrador:                                           Buscas, al despertar, la espalda de Aura y solo tocas esa almohada, caliente aún, y las sábanas blancas que te
                                                        Murmuras de nuevo su nombre.
Abres los ojos: la ves sonriendo, de pie, al pie de la cama, pero sin mirarte a ti. La ves caminar lentamente hacia ese rincón de la recamara, sentarse en el suelo, colocar los brazos sobre las rodillas negras que emergen de la oscuridad que tu tratas de penetrar, acariciar la mano arrugada que se adelanta del fondo de la oscuridad cada vez más clara: a los pies de la anciana señora Consuelo, que está sentada en ese sillón que tu notas por primera vez: la señora Consuelo que te sonríe, cabeceando, que te sonríe junto con Aura que mueve la cabeza al mismo tiempo que la vieja: las dos te sonríen, te agradecen. Recostado, sin voluntad, piensas que la vieja ha estado todo el tiempo en la recamara; recuerdas sus movimientos, su voz, su danza, por más que te digas que no ha estado allí.
Las dos se levantaran a un tiempo, Consuelo de la silla, Aura del piso. Las dos te darán la espalda, caminaran pausadamente hacia la puerta que comunica con la recamara de la anciana, pasaran juntas al cuarto donde tiemblan las luces colocadas frente a las imágenes, cerraran la puerta detrás de ellas, te dejaran dormir en la cama de Aura.
Duermes cansado, insatisfecho, ya en el sueño sentiste esa vaga melancolía, esa opresión en el diafragma, esa tristeza que no se deja apresar por tu imaginación. Dueño de la recamara de Aura, duermes en la soledad, lejos del cuerpo que creerás haber poseído.
Al despertar, buscas otra presencia en el cuarto y sabes que no es la de Aura la que te inquieta, sino la doble presencia de algo que fue engendrado la noche pasada. Te llevas las manos a las sienes, tratando de calmar tus sentidos en desarreglo: esa tristeza vencida te insinúa, en voz baja, en el recuerdo inasible de la prevención, que buscas tu otra mitad, que la concepción estéril de la noche pasada engendro tu propio doble.


                                                      

Recordaras a la vieja y a la joven que te sonrieron, abrazadas, antes de salir juntas, abrazadas: te repites que siempre, cuando están juntas, hacen exactamente lo mismo: se abrazan, sonríen, comen, hablan, entran, salen, al mismo tiempo, como si una imitara a la otra, como si de la voluntad de una dependiese la existencia de la otra.
Te contesta el ritmo sordo de esa campana que se pasea a lo largo del corredor, advirtiéndote que el desayuno está listo. Caminas, con el pecho desnudo, a la puerta: al abrirla, encuentras a Aura: será Aura, porque viste la tafeta verde de siempre, aunque un velo verdoso oculte sus facciones. Tomas con la mano la muñeca de la mujer, esa muñeca delgada, que tiembla...
Felipe Montero                                   Aura. Basta ya de engaños
Aura:                                                     ¿Engaños?
Felipe Montero                                   Dime si la señora Consuelo te impide salir, hacer tu vida; ¿por qué ha de estar presente cuando tú y yo?; dime que te iras conmigo en cuanto. . .
Aura:                                                     ¿Irnos? ¿A dónde?
Felipe Montero                                   Afuera, al mundo. A vivir juntos. No puedes sentirte encadenada para siempre a tu tía... ¿Por qué esa devoción? ¿Tanto la quieres?
Aura:                                                     Quererla. . .
Felipe Montero                                   Si ¿por qué te has de sacrificar así?
Aura:                                                     ¿Quererla? Ella me quiere a mí. Ella se sacrifica por mí.
Felipe Montero                                   Pero es una mujer vieja, casi un cadáver; tú no puedes...
Aura:                                                     Ella tiene más vida que yo. Sí, es vieja, es repulsiva.. . Felipe, no quiero volver... no quiero ser como ella. . . otra...
Felipe Montero                                   Trata de enterrarte en vida. Tienes que renacer, Aura. ..
Aura:                                                     Hay que morir antes de renacer. No. No entiendes. Olvida, Felipe tenme confianza.
Felipe Montero                                   Si me explicaras...    
Aura:                                                     Tenme confianza. Ella va a salir hoy todo el día... 
Felipe Montero                                   ¿ella?
Aura:                                                     Sí, la otra
Felipe Montero                                   ¿Va a salir? Pero si nunca.
Aura:                                                     Si, a veces sale. Hace un gran esfuerzo y sale. Hoy va a salir. Todo el día... Tu y yo podemos...
Felipe Montero                                   ¿irnos?
Aura:                                                     si quieres
Felipe Montero                                   No, quizás todavía no. Estoy contratado para un trabajo. Cuando termine el trabajo, entonces sí...
Aura:                                                     Ah, sí. Ella va a salir todo el día. Podemos hacer algo...
Felipe Montero                                   ¿Qué?
Aura:                                                     Te espero esta noche en la recamara de mi tía. Te espero como siempre.
Consuelo Llorente                               Hoy no estaré en la casa, señor Montero. Confío en su trabajo. Adelante usted. Las memorias de mi esposo deben ser publicadas.
Narrador:                                             Las hojas amarillas se quiebran bajo tu tacto; ya no las respetas, ya solo buscas la nueva aparición de la mujer de ojos verdes: "Se porque lloras a veces, Consuelo. No te he podido dar hijos, a ti, que irradias la vida. . ." Y después: "Consuelo, no tientes a Dios. Debemos conformarnos. ,;No te basta mi cariño? Yo sé que me amas; lo siento. No te pido conformidad, porque ello sería ofenderte. Te pido, tan solo, que veas en ese gran amor que dices tenerme algo suficiente, algo que pueda llenarnos a los dos sin necesidad de recurrir a la imaginación enfermiza,” Y en otra página: "Le advertí a Consuelo que esos brebajes no sirven para nada. Ella insiste en cultivar sus propias plantas en el jardín. Dice que no se engaña. Las hierbas no la fertilizaran en el cuerpo, pero si en el alma..." Más tarde: "La encontré delirante, abrazada a la almohada. Gritaba: 'Si, si, sí, he podido: la he encarnado; puedo convocarla, puedo darle vida con mi vida'. Tuve que llamar al médico, Me dijo que no podría calmarla, precisamente porque ella estaba bajo el efecto de narcóticos, no de excitantes. . ." Y al fin: "Hoy la descubrí, en la madrugada, caminando sola y descalza a lo largo de los pasillos. Quise detenerla.Pasó sin mirarme pero sus palabras iban dirigidas a mí. 'No me detengas —dijo—; voy hacia mi juventud, mi juventud viene hacia mí. Entra ya, está en el jardín, ya llega’. . . Consuelo, pobre Consuelo. . . Consuelo, también el demonio fue un ángel, antes”. No había más. Allí terminan las memorias del general Llorente.
Y detrás de la última hoja, los retratos. El retrato de ese caballero anciano, vestido de militar: la vieja fotografía con las letras en una esquina: Moulin, Photographe, 35 Boulevard Haussmann y la fecha 1894. Y la fotografía de Aura: de Aura con sus ojos verdes. Tu ya no esperaras. Ya no consultaras tu reloj. Descenderás rápidamente los peldaños que te alejan de esa celda donde habrán quedado regados los viejos papeles, los daguerrotipos desteñidos; descenderás al pasillo, te detendrás frente a la puerta de la señora Consuelo, escucharas tu propia voz, sorda, transformada después de tantas horas de silencio.

Felipe Montero                                   Aura...
Aura:                                                     No… no me toques… acuéstate a mi lado
Felipe Montero                                   Ella puede regresar en cualquier momento…
Aura:                                                     Ella ya no regresara
Felipe Montero                                   ¿Nunca?
Aura:                                                     Estoy agotada. Ella ya se agotó. Nunca he podido mantenerla a mi lado más de tres días.
Felipe Montero                                   Aura…
Aura:                                                     No... No me toques. . .
Felipe Montero                                   Aura. . . te amo
Aura:                                                     Si, me amas. Me amaras siempre, dijiste ayer. ..
Felipe Montero                                   Te amare siempre. No puedo vivir sin tus besos, sin tu cuerpo.
Aura:                                                     Bésame el rostro; solo el rostro.
Narrador:                                           Acercaras tus labios a la cabeza reclinada junto a la tuya, acariciaras otra vez el pelo largo de Aura: tomaras violentamente a la mujer endeble por los hombros, sin escuchar su queja aguda; le arrancaras la bata de tafeta, la abrazaras, la sentirás desnuda, pequeña y perdida en tu abrazo, sin fuerzas, no harás caso de su resistencia gemida, de su llanto impotente, besaras la piel del rostro sin pensar, sin distinguir: tocaras esos senos flácidos cuando la luz penetre suavemente y te sorprenda, te obligue a apartar la cara, buscar la rendija del muro por donde comienza a entrar la luz de luna, ese resquicio abierto por los ratones, ese ojo de la pared que deja filtrar la luz plateada que cae sobre el pelo blanco de Aura, sobre el rostro desgajado, compuesto de capas de cebolla, pálido, seco y arrugado como una ciruela cocida: apartaras tus labios de los labios sin carne que has estado besando, de las encías sin dientes que se abren ante ti: veras bajo la luz de la luna el cuerpo desnudo de la vieja, de la señora Consuelo, flojo, rasgado, pequeño y antiguo, temblando ligeramente porque tú lo tocas, tú lo amas, tú has regresado también...
Aura:                                                     Volverá, Felipe, la traeremos juntos. Deja que recupere fuerzas y la haré regresar.
BRENDA KARINA FAJARDO ACUÑA


























  • Digg
  • Del.icio.us
  • StumbleUpon
  • Reddit
  • RSS